Chambord se ha ataviado para el invierno y ha engalanado su interior con unos majestuosos abetos y una suntuosa decoración.
De la planta baja al 2º piso, pasando por el porche de entrada, la célebre escalera de doble hélice y la capilla, el recorrido de la visita se ve realzado por la magia de la Navidad.
Las alamedas exteriores están igualmente embellecidas con un centenar de magníficos abetos que se iluminan al caer la noche. Los jardines a la francesa y los tejos están adornados con guirnaldas centelleantes.
¡Descubra Chambord como no lo ha visto nunca!